Elizabeth sabe lo que se espera de ella, la perfección. Ella es la hija de un conde y se espera que case bien, que diga y haga las cosas bien con una sonrisa en su cara cuando en el interior se está muriendo por una oportunidad de escapar. Gracias a la herencia que le dejó su madrina hace años, su oportunidad vendrán con su próximo cumpleaños. Sus esperanzas de escapar abruptamente terminan cuando Robert, su enemigo de la infancia al cual ella no ha visto en más de catorce años, regresa a su vida y hace todo lo que pueda para introducirse su mente e incluso robarle el corazón.
Él la odiaba.
Por lo menos, trató de odiarla, pero era tan condenadamente difícil odiar a alguien cuando no puede vivir sin ella. Él trató de ignorarla, trató de concentrarse en otra cosa que no fuera ella, pero nada funcionó. De alguna manera ella se abrió paso a su corazón y comenzó a hacerle querer cosas que nunca creyó posible, le hizo sonreír y reír, incluso mientras ella lo echó fuera de su mente y comenzó un legado para convertirlo en .....
un Bradford.
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