Tal vez dirigirse a su casa después de unos pocos (o más) chupitos de tequila había sido una mala idea, pero, maldición, él lo hacía todo el tiempo. Los policías tenían que haber estado muy aburridos para haberlo detenido. ¡Ni siquiera estaba tambaleándose! Esa es la historia de Cage York y está pegado a él.
Desafortunadamente, su entrenador de béisbol no le cree. Cage tiene una beca a la universidad local para el béisbol - o lo tenía, si hubiera conseguido un DUI. Ahora, Cage tiene que decidir: ¿abandonar y renunciar a su sueño de hacerse notar por una universidad en la SEC, y posiblemente a ingresar a las Grandes Ligas - o ceder a las demandas de su entrenador y pasar su verano empacado heno?
Eva Brooks había planeado su vida paso a paso cuando tenía ocho años. Ni una sola vez en los últimos años perdió de vista sus objetivos. Josh Beasley, su vecino de al lado, había sido el centro de esas metas. Él había sido su primer novio a los siete años, su primer beso a los diez, su primera cita a los quince, y su primera tragedia a los dieciochos. En el instante en que recibió la llamada telefónica de la madre de Josh diciendo que había sido asesinado junto con otros cuatro soldados en el norte de Bagdad, la vida cuidadosamente planeada de Eva explotó de la peor manera posible.
Cage no está realmente contento con su dormitorio tamaño armario en la parte trasera de un establo maloliente, o con sus interacciones diarias con las vacas, pero sabe que si él no hace su entrenador feliz entonces puede decirle adiós a su beca. Solamente un hombre enfermo y retorcido decidiría que su castigo fuera trabajar en una granja durante todo el verano. No hay chicas calientes en bikini esperando conocer a un chico del Sur para hacer sus vacaciones completas. Sólo él y las malditas vacas.
Oh...y una tensa y susceptible morena con los ojos azules más grandes que él haya visto. Pero ella no cuenta, porque tan fuerte como él ha tratado de seducirla fuera de sus panties... está bastante seguro de que preferiría verlo colgado de las vigas que permitirle saborear de sus pequeños y bonitos labios.
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